lunes, 25 de junio de 2012

Calimas

Dijo Daniel Bellón:



¡Puaj!

Mentía. Ya él había escrito:


"Cuando al día siguiente mi madre hizo la casa
sus brazos no podían barrer tanta tristeza"
P.G.C.

En la azotea hay polvo del desierto
un polvo viajero que vino con el viento
siroco a asentarse en los rincones vacíos de la casa
en los días de la garganta reseca
que anuncian la langosta

El polvo se cuela por la ventana
y bajo las puertas
se mezcla con la humilde polvasera local
se acumula en los alféizares
se mezcla con los gastados huesos
de la casa

La casa vacía
sin escoba de caña ni agua
ni zotal ni flores frescas traídas del mercado
sin radio y sin antena
de televisión

El polvo extranjero
nos recuerda la arena que somos
sobre la que volaron como pájaros oscuros
los abuelos
desde las montañas blancas
donde la luna es grande
como una enorme pelota
o un queso tierno
soltando su suero blanquecino

Esta casa vacía
levantada con el resuello perdido
de domingos sin fiesta
ha perdido el sentido
está vacía

No hay brazos que puedan barrer tanta tristeza
Y así seguiremos.
Buscando el horizonte desaparecido en la calima.
Barriéndonos la tristeza.