domingo, 30 de noviembre de 2008

Cierta incierta lente 005


Decía que no celebraría los cuarenta y uno.
Cuarenta ladrones, el ábrete sésamo
y basta.
Cerradas las tapas metálicas
pisamos en las calles
lluvias y cielos.
Decía ver flores.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Hijas e hijos cobayas



Justificándose, el homófobo declara que los hijos de parejas homosexuales son cobayas humanas. Me estremezco sólo de pensar en la idea de algún hijo o hija no lo sea. ¿Dónde se sacaron el carnet de madres y padres las madres y padres que hasta ahora han sido? ¿Qué es una madre y padre como debe ser? ¿Lo son las parejas heterosexuales de maltratadores sistemáticos? ¿Lo son las parejas heterosexuales de consentidores de caprichos sistemáticos? ¿Lo son aquellos que crían sin cariño? Los padres y madres no pedimos permisos. Existen madres delincuentes, ministras, pobres y juezas. Tenemos padres maniáticos, indiferentes, obsesos y abnegados.



Sufrirán las hijas y los hijos. Los de las minorías raciales (cobayas), los de los sabios de excelencia (cobayas), los de los que tienen profesiones de riesgo (cobayas), los de mucha edad (cobayas), los de adolescentes (cobayas), los de aquí cuando están allí (cobayas), los altos por altos, los bajos por bajos, los pálidos por pálidos, los nerviosos por histéricos, los calmosos por parados, los grises, los monocromos, los multicolores.


Pero recuerden, sufrirán también los hijos de aquellos que son más iguales, de los que no se destacan de entre sus semejantes, de los vulgares, de los mediocres, de los normalitos, de los indistinguibles por la calle.


Vayan a cualquier centro educativo, a un parque infantil, a una matiné del cine, ...


(No importa donde)


Encontrarán niñas y niños que no hacen lo que recordamos que deben hacer los niños. ¡Qué raros son! ¡Qué cosas tan extrañas hacen y dicen! ¡La culpa es de los padres, los maestros, la televisión, ...!


(No importa donde)


Gracias a las cobayas (incluso las humanas) existe la vida. Se llama, en ciencia, el proceso evolutivo. Todos somos cobayas. Cada ser vivo, cada humano, existente es un pequeño experimento. Que funcionara o no en su biología, que se adaptará o no a su entorno y que, finalmente sobrevivirá o no.


Lo mejor de todo es que hasta el homófobo declarante, no puede sustraerse a su condición de cobaya humana y tendrá que sufrir un mundo que cambia a su alrededor sin que pueda evitarlo. ¿Sobrevivirá? Seguramente. Pero lo que le costará hacerlo...


El juez Ferrín cree que los hijos de gays son "cobayas humanas"

martes, 25 de noviembre de 2008

Miradas miradas 01

Un retrato que te observa sin saber, sin palabras.
Ya te inventas lo que te dice, ya lo que calla.





Self-portrait
(Autoretrato)

Colocándose un gran sombrero
y asomada frente a un espejo,
seria y profesional
¿se sonreía?
Se miraba.
La paleta en colores,
el pincel,
el lienzo.
Atrapa un pensamiento,
en la mirada el espejo.
Autorretrato se decía,
se pintaba
sus ojos
a sus ojos.
Mirandose
al lienzo.

Mabel Álvarez

domingo, 23 de noviembre de 2008

360

1 .......................... 360 = 2.2.2.3.3.5
2 .......................... 180 = 2.2.3.3.5
3 .......................... 120 = 2.2.2.3.5
4 = 2.2 ................... 90 = 2.3.3.5
5 ............................ 72 = 2.2.2.3.3
6 = 2.3 ................... 60 = 2.2.3.5
8 = 2.2.2 ................. 45 = 3.3.5
9 = 3.3 .................... 40 = 2.2.2.5
10 = 2.5 .................. 36 = 2.2.3.3
12 = 2.2.3 ............... 30 = 2.3.5
15 = 3.5 .................. 24 = 2.2.2.3
18 = 2.3.3 ............... 20 = 2.2.5

domingo, 16 de noviembre de 2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

Cierta incierta lente 004



dejé de verte
ya dejé de conocer los rostros de mis vecinos
ahora son forasteros de toda la vida
rodean mis calles y mi avaricia
con sus olvidadas miradas
que me saludan
como siempre lo hicieron
amablemente
que tiempos aquellos cuando recordaba
y te veía

jueves, 13 de noviembre de 2008

Erizos

Mis primeras estampas de los erizos son de localizarlos en las paredes de las piscinas de Bajamar. Es un recuerdo de muy chico. Íbamos allí muy temprano en las mañanas de algunos domingos. Mi padre nos metía en un coche pequeño, medio prestado, que usaba y nos llevaba, a mis hermanos y a mí, a bañarnos. Salíamos desde Santa Cruz, subíamos por la autopista que entonces era de dos carriles, hasta La Laguna. Remontábamos las Canteras y bajábamos por Tejina hasta llegar a aquellas piscinas que nunca supe si naturales o a medio construir. Una odisea para unos críos.

Llegábamos y nos esperaban las rocas de basalto negro, los fondos verdes, de musgos y algas y las olas. Las olas de Bajamar siempre presentes. Creando el enérgico telón de fondo que nos disponía en un escenario donde las personas no éramos más que un juguete en manos de la naturaleza. Me acuerdo de señalar aquellos alemanes jubilados y valientes que se lanzaban, en medio de las desgreñadas crestas, al mar, afuera de las barandillas, que mi padre había marcado como frontera de lo permitido. Recuerdo de la maldición que sobre algunos de ellos caía, cada verano, con el precio de un ahogamiento.

Me acuerdo del frío del agua y las tiritonas al salir. Y el miedo a pisar un erizo. Entrábamos en el agua cuidando de no resbalar y al tiempo en descubrir las púas de algún erizo traicionero. Antes de poner un pie acechábamos el agua clara y temblona de la orilla. Ya nos había aleccionado del dolor que suponía la punta de una de sus agujas clavada en la piel. Y la tortura que suponía extraerlas. Nosotros no teníamos permiso para coger erizos. Siempre había alguien que lo hacía. Y allí íbamos, a mirar la danza elegante de sus púas y la impotencia de aquel ser que, antes de ser cazado era la amenaza y el peligro y que una vez en un charco o en una lata parecía la estampa de la impotencia.

Y ahora los hacemos culpables del agotamiento de la vida en nuestras costas. Esos bichos negros y de apariencia moribunda que mueven sus apéndices señalado aquí o allá. Nos cuentan los buzos que su sombra negra está por todas partes, apenas te sumerges. Y ya les coges manías y te preguntas por que no hacen algo, como coger unos rastrillos arrastrarlos a la costa y escacharlos o … venderlos, que siempre ahí alguien que se los come. Y te cuentan que los van a clavar al suelo, como a un cristo en semana santa, para matarlos y que no puedan sus conchas servir para otro que venga a criar más.

Y cuando acabemos con ellos … ¿qué haremos cuando acabemos con los erizos?

Ahora, en Bajamar, las piscinas están más bonitas que nunca. Nos gastamos un presupuesto del ayuntamiento para eso. Que da gusto verlas. Que no digo que no, pero ya no me parecen las de antes. Todo es más civilizado y hemos puesto en su sitio a la naturaleza. Que ahora es ella nuestro juguete y no al revés como antes. Y yo ya no soy un crío que llevaban a la aventura, ni un adolescentes que iba a pasear novia, y ahora no voy tanto por allí. Pero los erizos están por todas partes. Y no sé si es su culpa o de aquellos que decidieron domar la costa, a golpe de pesca y marisqueo sin control, o de los buzos, que ahora van con cámaras de fotos pero que mucho iban con sus fusiles y sus arpones, o la culpa es mía por hacerme viejo.

Así que a veces me siento un erizo. Yo soy la plaga. Soy el culpable. Me han dejado solo y se quejan que estoy por todas partes comiéndomelo todo, acabando con lo poquito que queda. Y estaré en los discursos de las autoridades, preocupadas por mi voracidad. Y me buscaran entre prismas de cemento, en los fondos del puerto de granadilla, ya sin cebádales, ya sin estrellas de mar, ya sin pesca, ya sólo yo sobre la nada que ellos mismos han creado.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Los axiomas de Kolmogorov

El mundo es incertidumbre. 

Suerte, experiencia e intuición nos permiten movernos por él con fortuna... hasta que se nos acaban las oportunidades. 

 Una probabilidad es una medida de lo desconocido que verifica tres axiomas: 

La probabilidad de que pase alguna cosa debe ser siempre positiva. 

La probabilidad de que pase cualquier cosa debe ser uno. 

La probabilidad de que pasen al menos una de algunas cosas que no puedan ocurrir simultáneamente es igual a la suma de las probabilidades de que sucedan separadamente cada una de ellas. 

 El mundo sigue siendo caótico a pesar de la genialidad de aquel matemático ruso que amaba la poesía de Pushkin.

 

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Cierta incierta lente 003



El hombre con un solo ojo,
alrededor del poste hexagonal,
giraba.
Quizás perdida la cuenta
de los días...
ya su mirada plana,
ya sus sucios dedos del camino.