lunes, 29 de diciembre de 2008

Innatas

Smiles Are Innate, Not Learned

Me dicen mis más queridas...¡Sonríe! ¡Sonríe!

Y me acuerdo y sonrío un rato.

Me pregunto la razón de haber olvidado lo que no es necesario aprender. ¿Dónde se me quedó el gen desajustado?

Sonríe, me digo. Basta con mirar lo que los ciegos ven.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Cierta incierta lente 006



nos reunimos
al frio del solsticio
trazamos planes

callar u omitir
prendimos las bombillas
escaparates

fiesta a siesta
en papel de regalo
pasito a paso

montar recuerdos
deseos a la carta
rompecabezas

sábado, 20 de diciembre de 2008

Miradas miradas 02

Un retrato que te observa sin saber, sin palabras.
Ya te inventas lo que te dice, ya lo que calla.


http://artistaday.com/?p=18354#



Le portrait de Luth
(Retrato de Luth)

I
al borde de sus cabellos

fulgían flamas
entraba la luz del domingo
brillante y luminosa
esperando a salir de paseo
puro fuego

II
al borde del iris

asomaron asombradas
nuestras hijas
en las pocetas de aguas transparentes
buscando ranas azules
ocultas

III
al borde de su nariz

rasos restos
el viento respiraba
la vida oxígeno
y combustión

IV
al borde de sus labios

callaron cayeron
los ejércitos
cientos, miles, millones de soldados
rindieron sus armas
sentados rendidos

V
al borde de su cuello

marchas marcas
los sabios de la academia
reunidos en sesión
extraordinaria
trataron ruegos y preguntas
besos imaginados
siempre

VI
al borde caigo

límites y recuerdos por llegar

Hubert de Lartigue

jueves, 18 de diciembre de 2008

Recuerdos de Uluru


Dia 14. (12-08-06).


Es rojo. Es rojo. Este desierto australiano se reparte en partes iguales a los lados de la eterna carretera. Eucaliptos de troncos quemados que quizás fueron blancos antes. Arbustos de un raro verde. Las piedras partidas en rectos cortes se amontonan en pequeñas montañas de formas de monturrios que un niño derramó con su cubito. Y la tierra roja.

Tarde, ya convertido en llanura, el horizonte se esconde entre arbolitos que muestran sus troncos y ramas oscuros como en una radiografía. La hierba pálida crece en ramilletes señalando hacia donde marchó el viento. Ríos secos que mantienen su arenal en el cauce esperando. Allí un camello... El cadáver de un canguro rodeado de cuervos negros que saltan, asustados, al paso de nuestro bus.

Tras dos horas de vigilar el rojo y el verde bajo el azul paramos a descansar. Es hora del lunch. Apenas cuatro paredes de madera sostienen un tejado de uralita. Bajamos a la road house. Usamos sus usados lavabos y nos sentamos en sus mesas exteriores a comer sanwich y juguitos. Nos acompañan dos bandadas distintas. Una de jóvenes que comparten: platos metálicos esmaltados llenos de macarrones blancos, suciedad en la ropa, una pequeña guagua que arrastra un trol con sus tiendas de campaña y miradas alegres. Otra de cuervos que comparten: la rapiña de nuestras mesas, el color negro brillante, un eucalipto donde vigilan y gritos alegres. Tras media hora y los bocadillos por terminar corremos a subirnos al bus.

Al fin doblamos hacia Uluru. El sol calienta mi brazo derecho e ilumina, espectacular, la carretera. El rojo de la tierra asoma entre la seca vegetación recordando, sin dudas, donde vamos, donde estamos, quizás de donde venimos. Es el tiempo del sueño. Envuelve a las mías, que reposan sus cabezas en mi hombro. Buscando sueños en esta tierra, roja, claro, que los crea desde sus entrañas. Con la vista puesta adelante, en la línea recta que marca la carretera, busco Uluru y aun no lo veo. Cansados de mirarnos el ombligo, buscamos el del mundo. ¿Sera aquella montaña lejana? No eso es King Cagnion. Brilla el sol en invierno en el desierto rojo hasta que una leve y alta nube apenas durante un suspiro lo aplaca. Avanzamos y con nosotros las nubes grandes y blancas. Incluso grises allá. Uluru aparece y desaparece por la carretera agachados sin querer asomarse. Apagado en colores, las cámaras apenas lo encuadran. Ya llegados a las cercanías del hotel nos caen las primeras gotas de lluvia. Nadie parece preocuparse por ello. En Uluru llueve dos días al año, nos dicen.


Sopla el viento. Cansados del viaje en el bus intentamos aún salir en busca de la primera mirada a la roca. Pero las marcas de los miradores de nuestro plano ya no se ven. Nos vamos a dormir. Mientras lo hacemos cae lluvia a rabiar. Este es el día de la lluvia en Uluru. Nos felicitan por la ocasión que estamos presenciando. Ponemos cara de circunstancias. Hace frío y nunca conoceremos el aspecto ordinario y recordaremos el extraordinario.

Día 15. (13-08-06).

Nos levantamos bajo la lluvia. No importa. Aprovechando sus interrupciones caminaremos hacia la roca. Las niñas descubren que no se puede andar por las zonas de arena. Empapada la arena roja, los pies se hunden. Andamos al borde de la carretera siguiendo la lejana sombra. Pero es inútil. Llegamos hasta el memorial de los caídos. Otro Anzak más. Se aprecia la montaña pero la lluvia nos cala pantalones y zapatos. Debemos volver. Llegamos enchumbados. ¿Volveremos a intentarlo? Parece que tendremos un día de encierro mirando ver llover por la ventana. Tenemos marcada la salida a las 5 para ver anochecer junto al Uluru. Esperamos. Llegada la hora salimos y nos unimos a la caravana de coches. Partimos y no llueve. Aún es de día y no llueve. Avanzamos por la carretera y cruzamos el límite del parque.

la luz del sol a nuestras espaldas. Dejamos el centro cultural y el desvío a Katja Tjuya. Aparcamos y las cámaras me queman en las manos. Clic, clic, clic. Hace frío y nos ponemos los guantes. Tapamos orejas y bocas. Y el zoom intentando escarbar en los huecos de la roca. Los australianos lo llaman roca. Pero tiene, desde donde estamos un aspecto terroso. Como dice la leyenda: una montañita de arena hecha por un niño. Cambia del colores con la caída del sol. En un momento los rayos del sol pasan por debajo de las nubes y se clavan horizontales sobre el. Los árboles del desierto arden iluminados y el Uluru se vuelve fuego: naranjas y rojos. Chispea.



Nos cubrimos y seguimos aguardando. Oscurece y sigue bajando la temperatura. Borgoñas y marrones. Anochece y nos vamos satisfechos. Hemos alcanzado nuestras expectativas. Cuando nos acostamos vuelve a llover con fuerza.


Día 16. (14-08-06).

Nos convocan al amanecer. Nos presentamos en hora a las 6:45. Hay demasiada luz para confiar en que lleguemos a tiempo. Partimos realizando la misma ruta anterior. Sin embargo, dejamos atrás el punto de parada de entonces y continuamos acercándonos a la roca mientras la rodeamos. Es emocionante. Cuando paramos estamos muy cerca de ella y el sol a nuestras espaldas parece que no le afecta. Repentinamente la cumbre del Uluru se ilumina y, de nuevo, brilla. Ahora parece dorado y va cayendo desde la cumbre al pie. Su relieve marca el dorado con sombras oscuras y allá la sombra de una nube nos recuerda de donde proviene la luz. Derrama el sol su luz sobre Uluru y este cambia su color y su carácter.

Ya puesto el día en pie, y tras al centro cultural, volvemos a la montaña. Al fin la vereda que se permite, nos acerca el pie y la mano a Uluru. Es rojo y duro.

Entiendes porque el nombre de roca. Sus cuevas son enormes y aparecen gastadas por el tiempo. Sus recodos te atrapan y pequeños lagos apoyan sus aguas contra la roca roja. Finalmente entiendes la calidad de sagrado para los aborígenes. Marcaron sobre ella símbolos sencillos, de hojas, árboles y animales. Nos cuentan que únicamente nos mostrarán unos pocos que guardan para si los más sagrados aquellos que pudiéramos profanar por ajenos. La roca parece haberse parado en un movimiento orgánico que continuará en cuanto todos nosotros nos alejemos y dejemos a a tierra en su digestión.

Vemos ríos negros sobre la roca. Vemos formaciones en su piel, huecos en sus paredes y todo se convierte en sobre natural. Pequeños y pasajeros frente a un ser mil milenario. Vemos la cuerda de hombres y mujeres que comienza la escalada. No es del gusto de los aborígenes y a simple vista se aprecia lo irreverente de la actividad. Los pasos humanos sobre la piel roja del Uluru dan ganas de dar un manotazo para deshacerse de la minúscula arrogancia.

Cuando nos vamos sabemos que hemos estado en uno de los centros del mundo. Seguro que alguna parte del cosmos gira aquí su simetría.




domingo, 30 de noviembre de 2008

Cierta incierta lente 005


Decía que no celebraría los cuarenta y uno.
Cuarenta ladrones, el ábrete sésamo
y basta.
Cerradas las tapas metálicas
pisamos en las calles
lluvias y cielos.
Decía ver flores.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Hijas e hijos cobayas



Justificándose, el homófobo declara que los hijos de parejas homosexuales son cobayas humanas. Me estremezco sólo de pensar en la idea de algún hijo o hija no lo sea. ¿Dónde se sacaron el carnet de madres y padres las madres y padres que hasta ahora han sido? ¿Qué es una madre y padre como debe ser? ¿Lo son las parejas heterosexuales de maltratadores sistemáticos? ¿Lo son las parejas heterosexuales de consentidores de caprichos sistemáticos? ¿Lo son aquellos que crían sin cariño? Los padres y madres no pedimos permisos. Existen madres delincuentes, ministras, pobres y juezas. Tenemos padres maniáticos, indiferentes, obsesos y abnegados.



Sufrirán las hijas y los hijos. Los de las minorías raciales (cobayas), los de los sabios de excelencia (cobayas), los de los que tienen profesiones de riesgo (cobayas), los de mucha edad (cobayas), los de adolescentes (cobayas), los de aquí cuando están allí (cobayas), los altos por altos, los bajos por bajos, los pálidos por pálidos, los nerviosos por histéricos, los calmosos por parados, los grises, los monocromos, los multicolores.


Pero recuerden, sufrirán también los hijos de aquellos que son más iguales, de los que no se destacan de entre sus semejantes, de los vulgares, de los mediocres, de los normalitos, de los indistinguibles por la calle.


Vayan a cualquier centro educativo, a un parque infantil, a una matiné del cine, ...


(No importa donde)


Encontrarán niñas y niños que no hacen lo que recordamos que deben hacer los niños. ¡Qué raros son! ¡Qué cosas tan extrañas hacen y dicen! ¡La culpa es de los padres, los maestros, la televisión, ...!


(No importa donde)


Gracias a las cobayas (incluso las humanas) existe la vida. Se llama, en ciencia, el proceso evolutivo. Todos somos cobayas. Cada ser vivo, cada humano, existente es un pequeño experimento. Que funcionara o no en su biología, que se adaptará o no a su entorno y que, finalmente sobrevivirá o no.


Lo mejor de todo es que hasta el homófobo declarante, no puede sustraerse a su condición de cobaya humana y tendrá que sufrir un mundo que cambia a su alrededor sin que pueda evitarlo. ¿Sobrevivirá? Seguramente. Pero lo que le costará hacerlo...


El juez Ferrín cree que los hijos de gays son "cobayas humanas"

martes, 25 de noviembre de 2008

Miradas miradas 01

Un retrato que te observa sin saber, sin palabras.
Ya te inventas lo que te dice, ya lo que calla.





Self-portrait
(Autoretrato)

Colocándose un gran sombrero
y asomada frente a un espejo,
seria y profesional
¿se sonreía?
Se miraba.
La paleta en colores,
el pincel,
el lienzo.
Atrapa un pensamiento,
en la mirada el espejo.
Autorretrato se decía,
se pintaba
sus ojos
a sus ojos.
Mirandose
al lienzo.

Mabel Álvarez

domingo, 23 de noviembre de 2008

360

1 .......................... 360 = 2.2.2.3.3.5
2 .......................... 180 = 2.2.3.3.5
3 .......................... 120 = 2.2.2.3.5
4 = 2.2 ................... 90 = 2.3.3.5
5 ............................ 72 = 2.2.2.3.3
6 = 2.3 ................... 60 = 2.2.3.5
8 = 2.2.2 ................. 45 = 3.3.5
9 = 3.3 .................... 40 = 2.2.2.5
10 = 2.5 .................. 36 = 2.2.3.3
12 = 2.2.3 ............... 30 = 2.3.5
15 = 3.5 .................. 24 = 2.2.2.3
18 = 2.3.3 ............... 20 = 2.2.5

domingo, 16 de noviembre de 2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

Cierta incierta lente 004



dejé de verte
ya dejé de conocer los rostros de mis vecinos
ahora son forasteros de toda la vida
rodean mis calles y mi avaricia
con sus olvidadas miradas
que me saludan
como siempre lo hicieron
amablemente
que tiempos aquellos cuando recordaba
y te veía

jueves, 13 de noviembre de 2008

Erizos

Mis primeras estampas de los erizos son de localizarlos en las paredes de las piscinas de Bajamar. Es un recuerdo de muy chico. Íbamos allí muy temprano en las mañanas de algunos domingos. Mi padre nos metía en un coche pequeño, medio prestado, que usaba y nos llevaba, a mis hermanos y a mí, a bañarnos. Salíamos desde Santa Cruz, subíamos por la autopista que entonces era de dos carriles, hasta La Laguna. Remontábamos las Canteras y bajábamos por Tejina hasta llegar a aquellas piscinas que nunca supe si naturales o a medio construir. Una odisea para unos críos.

Llegábamos y nos esperaban las rocas de basalto negro, los fondos verdes, de musgos y algas y las olas. Las olas de Bajamar siempre presentes. Creando el enérgico telón de fondo que nos disponía en un escenario donde las personas no éramos más que un juguete en manos de la naturaleza. Me acuerdo de señalar aquellos alemanes jubilados y valientes que se lanzaban, en medio de las desgreñadas crestas, al mar, afuera de las barandillas, que mi padre había marcado como frontera de lo permitido. Recuerdo de la maldición que sobre algunos de ellos caía, cada verano, con el precio de un ahogamiento.

Me acuerdo del frío del agua y las tiritonas al salir. Y el miedo a pisar un erizo. Entrábamos en el agua cuidando de no resbalar y al tiempo en descubrir las púas de algún erizo traicionero. Antes de poner un pie acechábamos el agua clara y temblona de la orilla. Ya nos había aleccionado del dolor que suponía la punta de una de sus agujas clavada en la piel. Y la tortura que suponía extraerlas. Nosotros no teníamos permiso para coger erizos. Siempre había alguien que lo hacía. Y allí íbamos, a mirar la danza elegante de sus púas y la impotencia de aquel ser que, antes de ser cazado era la amenaza y el peligro y que una vez en un charco o en una lata parecía la estampa de la impotencia.

Y ahora los hacemos culpables del agotamiento de la vida en nuestras costas. Esos bichos negros y de apariencia moribunda que mueven sus apéndices señalado aquí o allá. Nos cuentan los buzos que su sombra negra está por todas partes, apenas te sumerges. Y ya les coges manías y te preguntas por que no hacen algo, como coger unos rastrillos arrastrarlos a la costa y escacharlos o … venderlos, que siempre ahí alguien que se los come. Y te cuentan que los van a clavar al suelo, como a un cristo en semana santa, para matarlos y que no puedan sus conchas servir para otro que venga a criar más.

Y cuando acabemos con ellos … ¿qué haremos cuando acabemos con los erizos?

Ahora, en Bajamar, las piscinas están más bonitas que nunca. Nos gastamos un presupuesto del ayuntamiento para eso. Que da gusto verlas. Que no digo que no, pero ya no me parecen las de antes. Todo es más civilizado y hemos puesto en su sitio a la naturaleza. Que ahora es ella nuestro juguete y no al revés como antes. Y yo ya no soy un crío que llevaban a la aventura, ni un adolescentes que iba a pasear novia, y ahora no voy tanto por allí. Pero los erizos están por todas partes. Y no sé si es su culpa o de aquellos que decidieron domar la costa, a golpe de pesca y marisqueo sin control, o de los buzos, que ahora van con cámaras de fotos pero que mucho iban con sus fusiles y sus arpones, o la culpa es mía por hacerme viejo.

Así que a veces me siento un erizo. Yo soy la plaga. Soy el culpable. Me han dejado solo y se quejan que estoy por todas partes comiéndomelo todo, acabando con lo poquito que queda. Y estaré en los discursos de las autoridades, preocupadas por mi voracidad. Y me buscaran entre prismas de cemento, en los fondos del puerto de granadilla, ya sin cebádales, ya sin estrellas de mar, ya sin pesca, ya sólo yo sobre la nada que ellos mismos han creado.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Los axiomas de Kolmogorov

El mundo es incertidumbre. 

Suerte, experiencia e intuición nos permiten movernos por él con fortuna... hasta que se nos acaban las oportunidades. 

 Una probabilidad es una medida de lo desconocido que verifica tres axiomas: 

La probabilidad de que pase alguna cosa debe ser siempre positiva. 

La probabilidad de que pase cualquier cosa debe ser uno. 

La probabilidad de que pasen al menos una de algunas cosas que no puedan ocurrir simultáneamente es igual a la suma de las probabilidades de que sucedan separadamente cada una de ellas. 

 El mundo sigue siendo caótico a pesar de la genialidad de aquel matemático ruso que amaba la poesía de Pushkin.

 

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Cierta incierta lente 003



El hombre con un solo ojo,
alrededor del poste hexagonal,
giraba.
Quizás perdida la cuenta
de los días...
ya su mirada plana,
ya sus sucios dedos del camino.

miércoles, 29 de octubre de 2008

domingo, 26 de octubre de 2008

Pasadas... de moda

Cuando empecé a escribir poesía, se lo juro, no sabía que había personas que leían poesía. Sabía de personas que escribían poesía, pero nunca tuve una idea previa ni precisa de lo que era un lector de poesía. Supongo que un joven que escribe poesías muestra sus poemas a sus amistades, a sus colegas o a alguna autoridad más o menos académica. El hecho de publicar es un añadido que se le enredará de manera más o menos acuciante al hecho de escribir.

Las ansias ineludibles de comunicar con un otro lejano y desconocido pertenecen más a los ámbitos de la novela, la música o la plástica. Los malos tiempos para la lírica también lo son para vates, versificadores o rapsodas. Los poetas, en general, ni la sufren ni la gozan. Existen, pero pueden ser aplazadas.

Fuera de ámbitos literarios, confesar el oficio (o incluso la afición) de poeta es un gesto que roza lo vergonzante, algo que reclama explicaciones posteriores. Sólo una militancia previamente entendida y razonada permite realizar dicha declaración sin más ambages.

Finalmente, aceptas que tu creatividad como una rareza, una extravagancia que te coloca entre entomólogos, calígrafos o escoberos. Ese tipo de ocupación en vías de extinción o tan pasadas de moda que acaban por ambientar los escaparates más chic en una capital de occidente.

Es cierto que la alta interconexión que produce Internet acaba con los vicios solitarios. Seguramente también con las virtudes solitarias. No acaba con la soledad pero la convierte en algo multitudinario. Paradojas. Mas temprano que tarde, acabas por encontrar en alguna parte del planeta alguien como tú y unos 123.456 sitios (http://) que tratan sobre aquello que pensabas que sólo a ti se te había ocurrido.

Aguijoneado por amigos o por un prurito de lealtad hacia tu arte, acabas montando una página o un blog. Véase esta. No tienes grandes aspiraciones, pero colocas tu pequeña aportación a disposición del personal. Unas palabras, una dirección, una referencia que ofrecer cuando deseas explicar esta rareza tuya, tan pasada de moda.

Justo en este momento vas y te encuentras en la prensa (digital) el siguiente titular :

Varios estudiosos y expertos en redes afirman que el blog como herramienta de publicación está pasada de moda y la dan por muerta.



Ya sabía yo que, nuevamente, llego tarde.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Ausencias

No estabas en casa cuando volví del trabajo.
Tenías una de esas salidas tuyas que tanto te suelen incomodar. Sé que no querías ir.
Pero, ... no estás aquí, ahora, conmigo.


Tengo mi rutina y tus retratos por toda la casa.
Paso la yema del dedo por encima de los marcos.
Haré la comida para mañana, ordenaré la habitación, le diré a las niñas que se pongan ya el pijama, leeré un periódico viejo o escribiré algún poemita sobre el otoño. Sentado ante el televisor caeré dormido. Convertido en el habitual monstruo de las manías. Si estuvieras aquí huirías espantada de mi.

Menos mal que no estás aquí cuando no estás aquí.

domingo, 19 de octubre de 2008

Cierta incierta lente 001



De los chiquillos en la carretera jugando
hasta que paraban por culpa de un coche,
que pasaba.
El momento de empezar de nuevo
el juego.

sábado, 18 de octubre de 2008

razón aquí

Esta página contiene trastos y cosas. No sé si servirán de algo.

Decía un antiguo sabio chino:

Sólo los que conocen el valor de lo inútil
pueden hablar de lo que es útil.

Los iré colocando por aquí. Unos sobre otros, estas sobre aquellas, aunque se estorben. Seguro que no se entiende nada. Dispogan a su antojo. A ver si hay suerte y acabamos por entendernos...